miércoles, 11 de mayo de 2016

LEYENDA DEL CRISTO DE LA ANTIGUA

DATOS DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA ANTIGUA DEL PUEBLO DE TOBARRA (ALBACETE)


CÓMO SE ENCONTRÓ LA SANTA CRUZ

Cristo de la Antigua - Dibujo 1784


 “Con la timidez propia en mí, junto con mis escasos conocimientos y mi oscurecida imaginación, he permanecido en el lugar más apartado de casa, sujetando en mi mano derecha la pluma y apoyada la frente en la muñeca de la izquierda, se ha desligado el tiempo sin poder precisar las horas que he empleado en trazar estas líneas nacidas, lo confieso, más que por los pequeños datos que puedo aportar; por mi amor, por mi adoración a ese Cristo de la Antigua, a ese divino Crucifijo que se alza en la cumbre de este monte.
 Millares de veces he ascendido por la cuesta que conduce a la plataforma o especie de patio rodeado de la pequeña muralla que sostiene la sencilla baranda de hierro en donde, apoyados mis brazos he inclinado mi cabeza dejando bajar mi vista sobre ese trozo de tierra tobarreña. Rodeada de densas sierras y adornada en los meses primaverales de exuberante vegetación, cubierta de frondosos olivos, de sus espesos y abundantes ropajes y revestidos de árboles frutales de miles de florecillas que realzan y lucen sus bonitos y diversos colores ante el esplendor que les prestan los penetrantes rayos del Sol ardiente y la blanca luz que despide el trasparente azul del hermoso cielo que nos cubre.
 Ante la contemplación de este bello panorama, crece mi deseo y mi interés se dobla en la pregunta que ya infinidad de veces y tiempo ha volteado en mi pensamiento; me obliga a retirarme de la fría baranda y volverme de súbito hacia la gran puerta que da entrada a la grandiosa mansión de nuestro Cristo de la Antigua; cruzo su dintel, penetro en la santa morada a donde voy llevado por mi verdadera devoción nacida en el fondo de mi alma y mi constante y tenaz empeño de contestarme a las preguntas que constantemente se repiten en mí: ¿quién fue el feliz mortal elegido para descubrir de entre los escabrosos y salientes peñascos de esta endurecida cumbre santa la Reliquia del Divino Cristo de la Antigua?
 Preguntas han sido estas, que por espacio de mucho tiempo, han ocupado mi pensamiento sin alcanzar satisfactorias respuestas hasta hoy, que empujado con más ímpetu me postro de rodillas ante el altar.
 Saludo a nuestro adorado Cristo, dirijo mi vista al camarín, pasmosa obra de arte, nido del genio y de la inspiración de gran artista que se realza en los tiempos antiguos y presentes y ante la contemplación de esta grandiosa obra y del misterio que encierra el ser hallado el Divino Cristo de la Antigua por un simple pastor.
 Mucho se podría escribir sobre esto, pero solo me inclino a creer que los escasos datos que expongo a continuación están basados en una gran verdad que es poderosa y sostenida por los hombres de ayer y un tanto tibia por los de hoy.
El Cristo de la Antigua fue hallado por Isidoro Mateo Santos, sencillo pastor de 27 años de edad que apacentaba su pequeño rebaño en un costado del monte, esto no es para dudarlo, pues lo afirman nuestros antepasados y nos lo afirma el saber que un día cuando estaba el pacífico pastor recostado sobre el espeso follaje del monte, en aquel tiempo se entretenía en amontonar piedrecillas que después arrojaba por una estrecha abertura que se observaba entre dos peñascos.
 En una de estas horas en que este sencillo entretenimiento era lo que maquinalmente divertía al pastor y sin darse cuenta invertía el tiempo escuchó claro y potente el fino sonido de una campanilla de cobre, el eco de este metal entumeció al modesto pastor que poniéndose en pie buscó con la vista el objeto que lo había promovido; al no hallarlo sobre la superficie se fundó una idea en su mente, se inclinó de nuevo y volvió otra vez al inocente juego y oyó el sonido con toda entereza que vibró con más fuerza, de tal manera que al percibir el sonido en sus oídos abandonó con toda ligereza aquel lugar y sin acordarse del rebaño que tranquilamente seguía apacentando; descendió por los resbaladizos y salientes peñascos fatigado y sudoroso por la veloz carrera con los ojos desmesuradamente abiertos y los brazos en forma de cruz, se detuvo en el cetro de lo que hoy llamamos "Portachuelo" y en donde el aquel tiempo se levantaba el pequeño pueblo de Tobarra que se componía de más de cien casas y unos cuatrocientos habitantes que sabedores de lo acontecido salieron presurosos de sus viviendas y treparon de peñasco en peñasco siguiendo al humilde pastor que se detuvo señalando con el dedo índice la estrecha abertura de la pequeña sima por la cual había salido el penetrante y fuerte sonido.
 El pueblo en masa hizo la excavación extrayendo de entre las endurecidas piedras la Santa Imagen del Cristo de la Antigua.
  Se sabe que en el año 712 [1] [sic] los moros invadieron por primera vez nuestro suelo español y se sabe aún cuando no lo podemos asegurar por impedírnoslo la fuerte muralla que se interpone en el transcurso de los años que el Divino Cristo de la Antigua fue entregado en el año 980 por un santo varón, sacerdote de Granada llamado Aurelio Ansina, a un hijo de este pueblo y descendiente de honrada familia, encargándole que lo conservase asegurándole en el momento de ponerlo en sus manos, que era obra de Dimas Grande, escultor de aquellos tiempos.
 El religioso llamado Macario Moreito a quien le fue entregado el Divino Crucifijo lo conservó en el mejor lugar de su casa y cuando en el año 994 los moros fueron expulsados de estas tierras, Macario verdadero cristiano levantó una pequeña capilla en la cumbre de este monte cubierto en aquella época de abundantes romeros y gruesos y elevados pinos y cuando en el año 1004 volvieron otra vez a estas tierras, temeroso de que los sarracenos se lo arrebataran y profanaran, lo ocultó en las entrañas del monte en donde ha permanecido por espacio de varios siglos.
 (Antiguamente hubo en el extremo norte del cerro un castillo, defensa contra el moro[2] [sic] del que quedan unos restos de muralla llamados “los Ojos del Diablo”. Unas notas de historia ponen la fundación de Tobarra en tiempos del emperador romano Decio[3], en el siglo III).

Entonces los moros al conquistar el castillo convirtieron la ermita en mezquita de algunos jefes. Esto lo afirman las reformas árabes, estilo marraco [?], que claramente se ven en el cielo de la techumbre[4] de la nave en donde se levanta el altar de Nuestra Señora de la Virgen de la Encarnación y cuando en el año 1209 [5][sic] los árabes se fueron al último reducto musulmán de Granada, los descendientes de la gran ciudad de Túrbula, como le llamaban al antiguo caserío de este pueblo en los tiempos en que residieron en España los romanos y fenicios; levantaron las gruesas y grandes paredes que se alzan altivas como murallas de granito sosteniendo con orgullo la santa casa habitada por nuestro Cristo y edificada por nuestros padres de ayer, verdaderos religiosos empujados por el misterio de esa fuerza poderosa y radiante que se encierra bajo el nombre de fe.
 La fe fue quien empujó al gran orador San Vicente Ferrer[6]a subir a predicar en el púlpito de esa elevada mansión en donde se conserva la caja que encierra los restos de varios santos y se alza la grandiosa joya adorada por los hijos de Tobarra.
 En el pecho de los tobarreños, de los hijos de este suelo se levanta un pedestal y sobre él, se destaca la divina y sagrada imagen de nuestro Santísimo Cristo de la Antigua.

Escrito[7] el día 3 de Marzo en Tobarra, en el año 1924
y
reescrito por mí[8] el día 18 de Mayo en Tobarra, en el año 1973.”


[1] 711
[2] En realidad se trata de un hisn musulmán.
[3] Gayo Mesio Quinto Trajano Decio (201-251).
[4] Se refiere al artesonado mudéjar.
[5] La Batalla de las Navas de Tolosa tuvo lugar en 1212 y Alcaraz se tomó al año siguiente. Tobarra no sería reconquistada hasta 1243 por el infante Don Alfonso de Castilla, futuro Alfonso X “el Sabio”. No hay que tomar como ciertos varios de los datos aportados por el texto.
[6] En 1411.
[7] Por Pedro Gómez Monge.
[8] Por Rafael Navarro Valcárcel, mi padre.



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